domingo, 15 de febrero de 2009

¡INCREIBLE!





¡Ganamos!
Luego de... ya ni recuerdo, hemos vuelto al triunfo. Al fin podemos decir que el paraguayo Salcedo sirvió para algo: para que venga Fabbiani.
Y si, en la realidad de este River de Aguilar, máximo arquitecto de este presente bochornoso, el excedido jugador es figura en un equipo que cuenta con profesionales entrenados y preparados físicamente para... ¿para qué? Para salir últimos y dar asco en el verano.
Sin embargo, no hay que desmerecer a Fabbiani: puso todo para venir a River. Hizo el laburo de los diigentes de Newell's, de la vergüenza de CD que tenemos en River y el de su representante.

Eso hace falta en River: gente que se juegue por la camiseta. Basta de robar, basta de impericia, basta de errores, basta de Aguilar. Que Fabbiani sea un símbolo del amor por el club que tanto se necesita. Fabbiani es un hincha más, un hincha que juega.

No uno que roba, como nuestro presidente. Su imagen demacrada de hoy, luego del partido, con su sucia barba de cinco días que no alcanzaba para cubrir su papada, su cabellera gris despeinada y su camisa, que ya no tiene cuello suficiente para rodear a semejante grasa, es un ícono de lo que ha hecho con el club: lo dejó deslucido, despintado, sucio, perdedor...

Fabbiani es la gente. La hinchada necesitaba de un Ogro para que le escupa en la cara al Rey, para que le saque la novia al Príncipe Valiente.

Rosario Central 1 - River Plate 2.

No se si es el comienzo de un nuevo camino, pero fue una tarde muy linda, y en River aprendimos a disfrutar de los pequeños placeres.

¡Salud!